Los
niños/as, pueden mostrar muchas conductas significativas “no habituales” que no
son más que reflejo de su propio desarrollo o situaciones transitorias. Hacer
una adecuada valoración de éstas es lo más importante para buscar la solución
de estos comportamientos.
¿Cómo valorar lo que es “normal” o “anormal”
en el comportamiento de los niños? ¿cuándo debemos realmente preocuparnos y
actuar?
El niño/a, sobretodo en la etapa
infantil, no tiene una personalidad conformada, sufriendo continuas variaciones
ligadas a las físicas y mentales. Su comportamiento puede
variar temporalmente para lo que es habitual en ellos, sin que esto signifique
que tengan “problemas”.
Desde un criterio operativo para definir a un niño “normal”, diríamos que
es aquel que, en general:
-
- es activo: juega, corre, salta,
brinca
- -
mantiene un estado de ánimo
estable: alegre y feliz
- -
come con satisfacción y en la
cantidad necesaria de acuerdo con sus particularidades individuales
-
- duerme bien y en los períodos
establecidos
-
- asimila sin dificultad el proceso
educativo en que se forma.
Hay que conocer profundamente las
características del desarrollo, sus manifestaciones, sus problemáticas, para no
incurrir en el error de considerar patológico un comportamiento explicable en
ese momento de la vida.
Es igualmente importante, valorar la
INTENSIDAD y la PERMANENCIA de los comportamientos observados, y que constituyen,
quizás, los índices más significativos para un diagnóstico acertado.
FACTORES por los cuales un niño/a en
cualquier edad puede presentar alteraciones en su comportamiento:
Internos, cuando la problemática parte fundamentalmente de
limitaciones, consecuencias o derivaciones de particularidades individuales de
tipo constitucional, biológico o genético.
Educativos, en los que las condiciones de vida y educación donde
se desenvuelve el niño, juegan el rol principal en la génesis de sus alteraciones
del comportamiento, debido al uso de métodos educativos incorrectos o por
acciones que atentan contra la satisfacción adecuada de sus necesidades
básicas.
Factores de la actividad y propia
experiencia personal del niño,
dependen de los eventos que le suceden
en su vida cotidiana, a veces incluso, producto del azar. Por ejemplo: alteraciones
que surgen por la asociación y
condicionamiento de estímulos que por sí mismos no son nocivos, pero que de
presentarse en determinadas condiciones pueden ser fuente de trastornos.
De forma general, bastaría con detectar los factores causales
ambientales y transformar esos métodos
educativos incorrectos utilizados, para que disminuya la intensidad de los
síntomas y progresivamente se consiga erradicarlos. En etapas posteriores, y
por las posibilidades de un mayor desarrollo intelectual y de interiorización
emocional, los problemas pueden estructurarse más profundamente, y ya no es tan
asequible modificar los comportamientos inadecuados actuando directamente sobre
las condiciones externas, requiriéndose en mayor medida la acción terapéutica.
Es decir, solamente después que las
acciones educativas realizadas para resolver la problemática en el niño/a hayan
resultado inoperantes, podemos valorar que se está frente a una real alteración
de conducta.
FUENTE: LA VALORACION DE LA CONDUCTA DE LOS NIÑOS Y
NIÑAS.
Dr. Franklin Martínez Mendoza.
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