jueves, 25 de julio de 2013

Alteraciones del comportamiento



Los niños/as, pueden mostrar muchas conductas significativas “no habituales” que no son más que reflejo de su propio desarrollo o situaciones transitorias. Hacer una adecuada valoración de éstas es lo más importante para buscar la solución de estos comportamientos.

¿Cómo valorar lo que es “normal” o “anormal” en el comportamiento de los niños? ¿cuándo debemos realmente preocuparnos y actuar?

El niño/a, sobretodo en la etapa infantil, no tiene una personalidad conformada, sufriendo continuas variaciones ligadas a las físicas y mentales. Su comportamiento puede variar temporalmente para lo que es habitual en ellos, sin que esto signifique que tengan “problemas”. 

Desde un criterio operativo para definir a un niño “normal”, diríamos que es aquel que, en general:
-          - es activo: juega, corre, salta, brinca
-         -  mantiene un estado de ánimo estable: alegre y feliz
-         -  come con satisfacción y en la cantidad necesaria de acuerdo con sus particularidades individuales
-          - duerme bien y en los períodos establecidos
-          - asimila sin dificultad el proceso educativo en que se forma.

Hay que conocer profundamente las características del desarrollo, sus manifestaciones, sus problemáticas, para no incurrir en el error de considerar patológico un comportamiento explicable en ese momento de la vida.
Es igualmente importante, valorar la INTENSIDAD y la PERMANENCIA de los comportamientos observados, y que constituyen, quizás, los índices más significativos para un diagnóstico acertado.

FACTORES por los cuales un niño/a en cualquier edad puede presentar alteraciones en su comportamiento:

Internos, cuando la problemática parte fundamentalmente de limitaciones, consecuencias o derivaciones de particularidades individuales de tipo constitucional, biológico o genético.

Educativos, en los que las condiciones de vida y educación donde se desenvuelve el niño, juegan el rol principal en la génesis de sus alteraciones del comportamiento, debido al uso de métodos educativos incorrectos o por acciones que atentan contra la satisfacción adecuada de sus necesidades básicas.

Factores de la actividad y propia experiencia personal del niño, dependen  de los eventos que le suceden en su vida cotidiana, a veces incluso, producto del azar. Por ejemplo: alteraciones que surgen por la  asociación y condicionamiento de estímulos que por sí mismos no son nocivos, pero que de presentarse en determinadas condiciones pueden ser fuente de trastornos.

De forma general,  bastaría con detectar los factores causales ambientales y  transformar esos métodos educativos incorrectos utilizados, para que disminuya la intensidad de los síntomas y progresivamente se consiga erradicarlos. En etapas posteriores, y por las posibilidades de un mayor desarrollo intelectual y de interiorización emocional, los problemas pueden estructurarse más profundamente, y ya no es tan asequible modificar los comportamientos inadecuados actuando directamente sobre las condiciones externas, requiriéndose en mayor medida la acción terapéutica.

Es decir, solamente después que las acciones educativas realizadas para resolver la problemática en el niño/a hayan resultado inoperantes, podemos valorar que se está frente a una real alteración de conducta.  



FUENTE: LA VALORACION DE LA CONDUCTA DE LOS NIÑOS Y NIÑAS.
Dr. Franklin Martínez Mendoza.


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