A todos nos gustaría que a la hora de educar a nuestros hijos, seamos capaces de que saquen todo el potencial de que disponen, ayudándoles a que exploren, investiguen, pregunten todo lo que les impacta del mundo que les rodea. Esto es esencial para dar alas a su creatividad, y para su crecimiento personal.
Para ello es necesario fomentar su autonomía, imprescindible para que consigan una buena autoestima, confianza en sí mismos, tomen decisiones y aprendan de sus propios errores. Si continuamente, les "ayudamos", impediremos el desarrollo de sus propias capacidades y competencias.
Pero, ¿cuál es el "PRECIO" que debemos pagar para conseguir este objetivo?
- Ser muy tolerantes y pacientes cuando hagan las cosas. Lo normal es que lo hagan mal, muy despacio y no perfecto. Les hará ver que confiamos en ellos. Poco a poco lo irán haciendo mejor. (Esto no es fácil si siempre vamos con prisas o estamos estresados: intenta planificar bien el horario).
- Importante: tienen que mancharse, darse golpes, coger rabietas, etc. todo es parte de esta "experimentación". No podemos encerrarles en una caja de cristal.
- Tienen que vivir, pequeños fracasos y frustraciones, cosas que les salgan mal, no conseguir siempre lo que quieren.
-Fomentar en ellos la responsabilidad sobre sus cosas y su comportamiento, siempre en función de la edad y grado de madurez.
- No preocuparse o ponerse nerviosos ante lloriqueos y rabietas. También forma parte del aprendizaje de la tolerancia a la frustración.
-Dejar que hagan las cosas que puedan, no ayudarles si no nos piden esa ayuda.
- Darle pequeñas responsabilidades en casa, para que se sientan colaboradores.
- Estimularle a que razone, no darle siempre las respuestas.
- Felicitarle ante sus pequeños logros.
- Intentar que el ambiente familiar sea cálido.
Fuente: Grupo Tangram ( Servicios socioeducativos y de Prevención).